El gran reto de Josep Maria Bartomeu

La mayoría de los socios del Barça que votaron ayer decidieron que Josep Maria Bartomeu continúe siendo el presidente del club. La victoria del heredero de Rosell, a quien apoyaron 25.823 socios (un 54,63% de quienes ejercieron su derecho de sufragio), otorga a Bartomeu carta blanca para dirigir la institución los próximos seis años.

Joan Laporta, con una indudable masa de fieles (15.615 votos, el 33,03%), quedó a gran distancia del presidente electo y pagó a partes iguales la aparente improvisación de su campaña y el indudable peso de los éxitos deportivos. El socio barcelonista, tradicionalmente conservador, premió con una abrumadora mayoría el triplete que ha conseguido elevar la figura de un Bartomeu que en el mes de enero parecía abocado a una derrota segura, pero la planificación –o la falta de ella– de Laporta se ocupó de hacer el resto.

La estrategia de catenaccio de Bartomeu surtió efecto. Sabedor que los triunfos del equipo le situaban con el marcador antes del pitido inicial, el presidente electo (ahora sí) prefirió no exponerse, explicar a su manera su proyecto, exponerse lo mínimo en el cara a cara y dejar de lado un trabajo sucio del que se ocuparon sus siempre solícitos voceros afines, consciente como era que el papel de Toni Freixa y Agustí Benedito iba a ser meramente testimonial.

Bartomeu tiene un mérito indudable: en enero apostó fuerte y le salió bien cuando, con un porcentaje de intención de voto que por entonces rondaba el 12%, decidió convocar elecciones y jugárselo todo a una carta. Lanzó la moneda y ésta salió cara; el equipo se enchufó, ganó prácticamente todos los partidos y se hizo con el segundo triplete de la historia del club que, a la postre, ha sido el eje de toda su campaña electoral.

En el discurso que pronunció tras conocerse los resultados definitivos, Bartomeu hizo lo mismo que todos sus antecesores: aludir a la necesidad de estar unidos para ser más fuertes. En sus manos está hacer que esas palabras no caigan en saco roto y la próxima reválida llegará en la asamblea de compromisarios del club, cuando veremos qué camino toman asuntos como el patrocinio de Qatar o la actitud de su junta ante la demanda de acción de responsabilidad social contra la directiva de Laporta.

El 54’63% de respaldos que obtuvo ayer es un respaldo indiscutible para Bartomeu, pero bien hará en no olvidar que existen diferentes sensibilidades dentro de la masa social del club, socios que no comulgan con sus propuestas y que seguirán con atención cuáles son sus próximos movimientos. Porque si algo tiene el Barça, si algo lo mantiene vivo y lo diferencia de otras instituciones, es que basa parte de su riqueza en una diversidad que nace del sentimiento de propiedad que tiene cada socio, un sentimiento que forma ismos y que le hace singular.

El mandato, sin haber comenzado aún, nace con una idea quimérica e imposible de realizar que pronunció ayer Bartomeu, la de “continuar manteniendo al Barça independiente de los poderes, económicos, políticos y mediáticos”. El nuevo presidente tiene seis años para manejar el Barça, los mismos que tenía su antecesor que, pese a haber ganado con un porcentaje aún más grande de votos, decidió tomar las de Villadiego. Veremos si realmente es capaz de convertirse en el presidente de todos o si, como piensan muchos de los socios que votaron ayer, el verdadero presidente es un pequeño rosarino que lleva el número 10 y que, ese sí, es capaz de unir a todo el barcelonismo. O casi.

Foto: Sport.es

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