Vermaelen, una historia conocida

Hace ahora diez años, gran parte del barcelonismo se mofaba del ojo clínico del Real Madrid a la hora de fichar a Jonathan Woodgate, un central inglés por el que Florentino Pérez pagó 22 millones de euros al Newcastle. Woodgate permaneció en la disciplina merengue dos temporadas. Su balance, un año en blanco (el primero) y un segundo en el que disputó 10 partidos y anotó un gol al rival y dos en la portería propia.

La trayectoria de Woodgate en Inglaterra, primero en el Leeds United y luego en las urracas de Newcastle, fue siempre ascendente, pero al aterrizar en Madrid la desgracia se cebó con él en forma de lesiones musculares que solo cesaron al volver a su país.

La teoría de los vasos comunicantes de la que siempre se habla en relación a Barça y Real Madrid ha querido que este año el caprichoso ojo clínico se situara en el Camp Nou en la figura de Thomas Vermaelen.

Se han cumplido ya cinco meses desde que el central belga se lesionara con su selección en el Mundial de Brasil, un infortunio físico que iba a dejarle un par de semanas fuera de los campos de fútbol, según su seleccionador. El hombre del trabajo específico se ha incorporado por fin a los entrenamientos con el resto de sus compañeros, pero no se sabe a ciencia cierta si está realmente en condiciones de debutar o si, como afirman otros, pasar por el quirófano es algo más que una posibilidad.

El central belga –un magnífico futbolista en su posición, no lo olvidemos– llegó para ser un hombre de “rendimiento inmediato” y seguimos sin verle de corto más allá de aquel amistoso disputado contra una selección sub19 de medio pelo. Más allá de las bromas que empiezan a surgir por todas partes, conviene ser justos y reconocer que Vermaelen no tiene la culpa de estar lesionado. Ni siquiera de que su tiempo de recuperación se prolongue, por ahora, por tiempo indefinido.

Pero tan cierto como eso es que comienza a ser urgente que desde el club se acabe de una vez con el hermetismo que rodea su lesión, se explique de una vez por todas qué le ocurre y cuáles son las opciones de recuperación. Y, sobre todo, que alguien tenga la valentía y la honestidad suficientes para confesar por qué se fichó a un jugador lesionado y qué papel jugaron en la contratación los servicios médicos del club.

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