El último que cierre la puerta

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Si algo positivo se desprende de la derrota de ayer es que ya no hay escudos ni excusas, ya no hay ligas de récord que hagan desviar la mirada hacia otro lado. El Barça ha quedado desnudo, expuesto y ha vuelto a ser extremadamente vulnerable en el momento clave de la temporada. Por primera vez desde 2008, el club cerrará un año natural sin títulos salvo milagro en la Liga. Los culpables de esta situación se encuentran repartidos entre todos los escalafones, desde los de arriba hasta los que salen al césped.

Comenzando por la directiva, antes de todo hay que darles la enhorabuena. Es de una dificultad titánica escoger prácticamente siempre la peor opción de las disponibles, pero ellos han demostrado que es posible. Tanto es así que en un tiempo récord se han cargado el juguete, un juguete que nos hicieron pensar que funcionaba solo, sin nadie que diera cuerda cada noche. La inercia da para lo que da y pasados dos años sin que nadie se atreviera a tocar el invento quizá se han dado cuenta de alguno de sus múltiples errores. Habiendo hipotecado, además, el futuro inmediato del club con sus dejaciones que han acabado con una prohibición para fichar, habría que buscar una nueva tonalidad de negro, todavía más oscuro, para definir el futuro que les espera a los aficionados si continúan en el cargo. Esta junta, dirigida además por un presidente no votado, debería ser la primera en salir por la puerta. Las elecciones ya no son el sueño húmedo de cuatro tuiteros como podrían pensar y pronto se van a dar cuenta.

Antes de que el último directivo cerrara la puerta, el entrenador debería sostenerla y seguir los pasos de los hombres de negro. Su parte de culpa no es ni muchísimo menos la misma. De hecho, cuesta encontrar en él alguna responsabilidad más allá de una pésima lectura de los partidos una vez en juego. Se ha limitado a alinear y mantener la inercia, no ha sido valiente pensando que ello lo podría condenar y puede que en un futuro se arrepienta de no haber tomado decisiones cuando podía. La directiva le entregó un muerto, viendo en él una suerte de doctor Frankenstein que obraría el milagro de devolver el mejor Barça a la vida y el experimento no ha funcionado. No me imagino a Martino muy angustiado por abandonar una casa en la que no le han comprendido, ni él ha logrado hacer lo propio con muchas de las peculiaridades y circunstancias del club y afición.

Es imposible en este momento no hacer una referencia al director deportivo, Andoni Zubizarreta. Quizá nunca sabremos hasta qué punto estaba atado de manos y pies o qué poder de decisión real tenía. Vamos a asumir, no obstante, que ninguna correa estaba alrededor de su cuello porque, en esas circunstancias, por dignidad profesional lo mejor habría sido dimitir (otra vez). Como le suponemos poder para manejar la plantilla, no se puede entender desde ninguna perspectiva cómo el Barça ha llegado de nuevo a abril sin centrales. En 2009, el Barça jugó la final de la Champions con Touré de central. En 2014, el Barça viaja a Granada a jugarse la liga con Busquets de central y Mascherano al lado. Si, como él declara, cree que la planificación está aun así bien hecha, debería ser el primero en salir por la puerta y jamás mirar atrás. El Barça no merece un director deportivo que es incapaz de solucionar la necesidad más acuciante del equipo año tras año. Ni el Barça ni ningún equipo que pretenda sobrevivir en el fútbol profesional.

Por último, en lo que respecta a la plantilla, más que hacer una pira y lanzar allí a los jugadores, hay que plantearse cuáles de ellos son imprescindibles y cuáles no. En este punto, los únicos jugadores que deberían estar sí o sí en septiembre son Sergio Busquets, Andrés Iniesta, Jordi Alba, Leo Messi y Neymar Júnior (más que nada por el fortísimo desembolso que se ha hecho en este último). El resto de la plantilla no significa que sean transferibles, pero sí que las ofertas que llegaran por ellos tendrían que ser estudiadas con detenimiento. El Barça va a necesitar tanto savia nueva como dinero para adquirirla si finalmente la FIFA levanta la prohibición para fichar. En el vestuario habitan jugadores que bajo ningún concepto deberían empezar la temporada siguiente vestidos de blaugrana, ya sea porque su ciclo se ha cumplido y no han sabido dar un paso al costado, o porque no han hecho nada para mantener el nivel que una vez les hizo merecedores de formar parte del mejor equipo que un culé haya visto. Que tengan suerte todos ellos y encuentren la fuerza o la motivación que aquí les ha faltado.

Y el último que cierre la puerta.