Freixa: de los focos a la sombra

Cuando la mayor parte de los interlocutores de un portavoz se alegran de que uno deje de serlo, es síntoma de que algo no funciona. Desde que se hizo cargo de la portavocía del FC Barcelona, Toni Freixa no ha hecho más que ir minando en cada comparecencia pública la poca confianza que transmitía.

Probablemente, la razón haya que buscarla en un afán de protagonismo que le ha acompañado desde que dejó el club en la época de Joan Laporta. Tertuliano habitual en alguna emisora de radio, jamás dejó de mostrar su beligerancia hacia la junta anterior e incluso tuvo algún que otro encontronazo dialéctico –y de los otros– con quienes por entonces mandaban en el Barça.

Dice el Diccionario de la RAE que un portavoz es “la persona autorizada para hablar en nombre y representación de un grupo, institución o entidad”. Teniendo en cuenta esa definición, uno tiene la impresión de que Freixa no ha cumplido su papel.

La relación Cruyff, la famosa faceta humana de Guardiola y Vilanova, la insistencia en la mentira con el asunto de la grada de animación, la condescendencia con algunos medios habitualmente hostiles, el lamentable “siguiente pregunta” en la última rueda de prensa de presentación del proyecto del Camp Nou, el famoso tweet en el que criticaba el juego del equipo… Son sólo algunos ejemplos de la incontinencia verbal que no puede permitirse un portavoz. Y Toni Freixa lo era.

Se ha dicho una y mil veces que uno de los principales problemas que afectan a la junta directiva desde 2010 ha sido la comunicación. En estas mismas páginas hablamos de ello cuando Rosell decidió nombrar su cuarto dircom en poco más de tres años. Y uno de los principales actores de la comunicación de una institución como el Barça es su portavoz. Por eso, cuando en las últimas semanas –si no meses– lees a muchos columnistas de prestigio decir que Toni Freixa ha causado mucho daño a la Junta, no te sorprende. Le han acusado de hablar cuando no toca, pero sobre todo de mirar por encima del hombro a una prensa que, al fin y al cabo, es la encargada de transmitir a los aficionados el mensaje que emana de la junta. Y cuando la fuente, el emisor, no genera empatía sino soberbia, ese mensaje se desvirtúa.

Hoy, el Barça ya no tiene un único portavoz. Josep Maria Bartomeu decidió que será “el vicepresidente que consideremos en cada momento quien se encargará de explicar los acuerdos” que adopte la junta directiva. Quizá sea esa la mejor solución si desde la dirección de comunicación se logra armar un mensaje homogéneo y desterrar las salidas de pata de banco que han caracterizado a un Toni Freixa que ya no es portavoz, pero que sigue en la directiva culé.

Bartomeu ofrece una cara más amable, aunque el proyecto sea, en esencia, el mismo. Sí, el talante ha acabado con Freixa, pero sólo de puertas afuera.