¿Por qué no te callas, Sandro?

«Ganar siempre no es bueno». Una reflexión que no se le habría ocurrido hacer ni en sueños cuando aspiraba a la presidencia del Barça fue la que soltó entre risas el jueves Sandro Rosell. Como quien se deja en el plato un solomillo porque no tiene más hambre, al presidente la derrota en Amsterdam le pareció hasta buena «para estimular tanto al equipo como a los aficionados» porque más allá del resultado no debió, no quiso o no supo ver más.

Horas después de que la bronca de Martino a la plantilla fuese publicitada con pelos y señales tanto por Sport como por Mundo Deportivo y mientras los futbolistas mantenían un curioso discurso autoinculpatorio, Rosell vino a decir que la derrota ‘nos hará fuertes’. ¿Querrá que el Barça pierda el liderato en San Mamés? Sería un paso más que saludase tal circunstancia también en la misma dirección, considerando que ‘no es bueno ser líderes siempre’.

Mientras en el entorno del Barça se discute el fondo por encima de la forma y cuando se toma la derrota ante el Ajax como el descubrimiento del déficit que acosa al equipo, al presidente solamente le ocupa mostrar músculo y dar a entender que es bueno parecer humanos. No ser infalible y caer ante un rival que te empequeñece a través de la que es -o era- una filosofía de juego indiscutible parece secundario en el ideario de Rosell, quien debe vivir en una realidad propia y particular, alejada de cualquier debate futbolístico.

«Perder es necesario» soltó ante un auditorio amable. Lo dijo el jueves durante una charla organizada por la PIMEC (organización de pequeñas y medianas empresas de Catalunya) en un discurso genérico que sin tener nada que ver con el Barça, se liga irremediablemente con el equipo. Con el equipo y con un entorno estupefacto aún con el discurso de unos jugadores que admitieron sin pestañear que en Amsterdam no estuvieron ‘enchufados’.

Perder es una circunstancia que no debiera ser recibida con alarmismo. Y menos aún después de haber enlazado los primeros veinte partidos oficiales de la temporada sin hacerlo. Pero es imposible recordar en el pasado a un presidente que le diera la bienvenida a la derrota. Sandro Rosell ya lo ha hecho. Y el bueno de Gerardo Martino, si alguien se lo ha contado, debe estar alucinando en colores.