Toni Nadal y Emilio Calatayud se llevarían bien

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Toni Nadal disfruta de una reputación inmaculada en la que se acumulan piropos y virtudes. Todos, parece, tan merecidos como acreditados. Paciente con los periodistas (y mira que somos pesados). Correcto y amable en el trato. Entrena sin gritos ni aspavientos. Sincero y comprometido en sus valoraciones. Y respetuoso con todas las personas con las que se cruza en todas las pistas por las que pasa. Que son muchas. Exigente cuando toca. Y al que no se le altera el pulso por el esplendor que generan los éxitos de su sobrino. Que también son muchos.

Toda esta forma de ser influye directa y positivamente en su pupilo, que se lo agradece y se lo agradecerá aún más con el paso del tiempo. Rafa es un tipo educado. Y buena parte de esos modales se los ha inculcado su tío.

Por eso Nadal no tira ni rompe raquetas. Porque, como han relatado Carlin, Serras o Pujol-Galceran, Rafa tuvo que cambiarse de ropa para ir a cenar a un restaurante en Shanghai cuando pretendía ir en chándal y camiseta. Su tío no se lo permitió y le obligó a arreglarse. Había que guardar las formas.

Tampoco Toni es de cachetes fuera de lugar. Él argumenta y advierte de las consecuencias. Como cuando le dijo a su sobrino, cuando era un adolescente, que era mejor que no saliera de fiesta con sus amigos la vigilia de un partido. Rafa salió y perdió aquel encuentro.

Por eso creo que Toni se llevaría bien con Emilio Calatayud, otro paladín de la educación y las reprimendas en su justa medida. Ya saben, es el juez de menores de Granada conocido por sus sentencias constructivas y sensatas.

Ambos, Toni y Emilio, hacen un trabajo inconmensurable por mejorar la conducta de las personas que pasan por sus manos. Si los hay que dicen que estamos condenados ante las generaciones de niños maleducados y consentidos que se avecinan, ejemplos como los de Toni Nadal o Emilio Calatayud se me antojan salvavidas a los que podemos aferrarnos. No. No todo está perdido.

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